Gil Manzano y el VAR cosieron a penaltis a un Real Madrid, que dio en Mestalla una imagen de pena… máxima. Hasta tres veces marcó el Valencia desde el punto fatídico para remontar el gol de Benzema. El equipo de Zidane, sin Casemiro ni Hazard, volvió a mostrar su lado endeble y blandito, el que recuerda que es un equipo bipolar. Y con eso se va al psicólogo, pero no a la Cibeles. Ni siquiera virtualmente.
Hubo zidanada. El entrenador del Real Madrid quiso darle emoción al partido ante el Valencia y puso de titulares a los dos bultos sospechosos, Marcelo e Isco, otrora determinantes en el Madrid del pasado y hoy sencillamente pasados… de forma, de peso y hasta de moda si me apuran. Sin Carvajal por lesión ni Casemiro y Hazard por cuarentena, Zizou dio descanso a Mendy y Kroos, así que al Madrid le faltaba medio equipo en Mestalla, unos por obligación y otros por cabezón.
Por situar al personal diremos que jugaban Courtois de portero; Lucas Vázquez, Varane, Ramos y Marcelo en la defensa; Valverde, Modric e Isco en el centro del campo; Asensio, Vinicius y Benzema arriba. Sonar no sonaba mal, pero muchos de ellos estuvieron el día de autos ante el Cádiz. Enfrente un Valencia que vive unas Fallas perpetuas desde que Peter Lim decidió vender a media plantilla y no comprar ni al Tato.
Salió con orgullo y descaro el Valencia. Dominó al Real Madrid, le metió atrás y le obligó a defenderse. Los de Zidane, tras entonar el Resistiré, se asieron de la pelota para crecer en Mestalla. Isco mediapunteaba en busca de conectar cables de juego con Benzema, Asensio y Vinicius. Marcelo trataba de remontar la banda siniestra como en los buenos (y viejos) tiempos. Un poco en vano, admitámoslo.
Domina el Madrid…
Un disparo de media distancia de Asensio al filo de los diez minutos fue el primer aviso del Real Madrid a la portería de Jaume Doménech. El Valencia, pasada la efervescencia inicial, se echó atrás y utilizó una táctica que le iba al pelo: la del murciélago.
El Madrid utilizó el recurso del disparo desde fuera. Modric también probó a Jaume, que despejó como pudo el disparo del croata. No había ningún compañero al rechace, así que el peligro quedó en nada. Empezaba a cocerse el 0-1 aunque el fútbol del equipo de Zidane no bullía, hervía a fuego lento. Hasta Marcelo se animaba a asomarse al área valencianista, con eso está todo dicho del ritmo del partido.
Y de esa forma, cortita y al pie, llegó el 0-1. Vinicius y Marcelo se asociaron en el pico del área a dos toques. El lateral vio a Benzema, insólitamente solo a unos metros. Se la dieron, controló, miró a la portería, nadie le encimó, armó la pierna, disparó entre una maraña de rivales que no querían perderse el gol, y Jaume, que estaba tapado, se tiró tarde y mal. Pues eso. Que se veía venir el 0-1 del Real Madrid al estilo Federer: con clase pero sin despeinarse ni sudar.
Poco le duraría la alegría a Zidane, porque Lucas Vázquez metió la pata, quiero decir, la mano. Hizo un penalti obsceno de quien no conoce el oficio del lateral al cortar con la mano un centro de Gayá. El penalti fue un esperpento defensivo del Real Madrid. Se lo paró Courtois a Soler, cuyo rechace fue al palo y, a la tercera, marcó Musa. Hubo de repetirse porque el VAR determinó que habían entrado antes de tiempo al área tanto el valencianista como Lucas Vázquez. Repitió Soler y esta vez Courtois la rozó pero no pudo evitar el 1-1.
… y el VAR le acribilla
El Real Madrid volvió a echarse al monte para encerrar al Valencia, que había perdido el miedo a atacar a los de Zidane. El partido empezó a ser un correcalles sin sentido. Como la jugada que dio origen al 2-1. Nació de una falta de Cherysev a Asensio que Gil Manzano se comió. ¿Y por qué no actuó el VAR? Luego aceleró el equipo local hasta que llegó al área del Madrid. Allí Varane se encargó de pegarse un tiro en cada pie y marcar un autogol que Courtois evitó ya dentro de la portería. De nuevo el VAR ratificó con justicia una jugada milimétrica.
Con el 2-1 y sin tiempo nos fuimos al descanso. Del que volvimos con un Real Madrid desatado en ataque como si quisiera enmendar en cinco minutos el harakiri que se había hecho en la primera mitad. Pero el primer susto lo dio Kang-In con un disparo que rozó levemente Courtois y acabó repelido por el poste izquierdo. Con el Madrid en plena empanada, de nuevo Gil Manzano y el VAR reclamaron su cuota de protagonismo, que ya era excesiva.
El colegiado pitó penalti por una acción entre Maxi y Marcelo que podría haber sido falta en ataque, nada o penalti. Gil Manzano eligió la «C». El VAR se hizo el sordo. Lo marcó Carlos Soler, aunque de nuevo Courtois estuvo cerca de pararlo. El Real Madrid, sin comerlo ni beberlo, se había puesto dos goles abajo. Pero el partido, aunque no se lo crean, tenía pinta de seguir abierto.
Tres penaltis en contra
Siguió el show de Gil Manzano y del VAR con un tercer penalti en contra del Real Madrid. Lo cometió Sergio Ramos después de una acción en la que golpeó la pelota de una forma tan clara como involuntaria en una pugna con Musah dentro del área. Lo marcó Carlos Soler, que anotó su particular hat-trick de penaltis. Zidane metió a Rodrygo y Ödegaard por Asensio y Vinicius, ambos discretos por no decir inadvertidos.
El 4-1 del Valencia era un castigo demoledor para un Real Madrid desnortado y endeble, es cierto, pero que había sido más acribillado por el colegiado y por el VAR que por el rival. Lo intentaban los de Zidane, pero su fútbol era una oda a la impotencia. Como los cambios de Zidane. Mariano por un Benzema que se fue lesionado del abductor. Y Kroos (puede que demasiado tarde) por Fede Valverde. También salió Jovic en el 82, sin ganas ni tiempo.
El Real Madrid no pudo ni supo y a lo mejor ni quiso apelar a la heroica. Se fue de Mestalla dejando tras de sí una imagen de impotencia de un equipito cogido con alfileres. Perdió, con el VAR en contra, vale, pero con ese nivel no es que no le dé para la Champions, es que no le da para la Liga.